La epilepsia, a lo largo de la evolución de la humanidad, ha estado rodeada de un halo de misterio, posesión lunática o demoniaca. Estas personas no se podían tocar por miedo a ser poseídos o contagiados, como si de la peste se tratara. Las personas que la padecían eran ocultados en casa para mantener el buen nombre de la familia. En la Edad Media, incluso, eran quemados en la hoguera; antecedentes que han lastrado el conocimiento real de la enfermedad.
Es importante destacar y aclarar, por tanto, algunos de los conceptos e ideas que se han mantenido, muchas veces de manera equivocada, en relación con este padecimiento y con estos enfermos. Hay que dejar meridianamente claro que:
- la epilepsia es una enfermedad cerebral, no es contagiosa y no es sinónimo de locura.
- Los pacientes no suelen ser agresivos ni violentos.
- Los pacientes no se ahogan ni se tragan la lengua durante las crisis, (algunas personas durante la crisis se muerden la lengua o emite saliva por la boca), así que no se debe introducir ningún objeto en la boca cuando alguien tiene una crisis epiléptica.
- Una persona con epilepsia puede estudiar y cumplir con las exigencias intelectuales igual o más que una persona sin epilepsia.
- La epilepsia no provoca retraso mental o demencia.
- “Los fármacos antiepilépticos crean dependencia, dañan el hígado y producen daños irreversibles”. Su neurólogo valorara y controlará cualquier efecto secundario indeseable evitando cualquiera de estos problemas y, además, los nuevos fármacos son cada vez más seguros, con un menor número de efectos secundarios.
- «Las mujeres epilépticas no pueden tener hijos». Falso: La única precaución que deben tomar es contar con su neurólogo para adecuar la medicación más segura, tanto para la madre como para el feto, permitiendo traer al mundo niños sanos en la mayoría de casos.
- “Los epilépticos no pueden hacer deporte”. Es cierto que no pueden realizar determinados deportes como el alpinismo, buceo o paracaidismo porque, si en el desarrollo de los mismos tuvieran una convulsión, se pondría en peligro su vida.
- “Los epilépticos no pueden trabajar”. La epilepsia es una enfermedad de presentación habitualmente imprevisible y en la que la sintomatología clínica puede asociar incapacidad transitoria para el desempeño correcto de actividades que requieran atención o precisión; debe admitirse como lógico que el padecimiento de un síndrome epiléptico inhabilite para el desempeño de determinadas actividades profesionales y sociales en las que puedan producirse situaciones de riesgo para el enfermo o para otras personas : profesiones que requieran el uso de armas de fuego, pilotos de avión, controladores aéreos, buceadores, militares, conductores profesionales, paracaidistas. Pero para el resto están tan capacitados como cualquier otra persona con su misma cualificación profesional.
- “La epilepsia solo es una enfermedad de niños” ¡Falso! Esta patología puede presentarse a cualquier edad, en todas las razas y en cualquier persona; afecta por igual a hombres que a mujeres. Las causas subyacentes son diferentes en los niños que en los adultos.
- La epilepsia no cambia la apariencia física. En algunas crisis epilépticas se produce una contracción de todos los músculos, que vuelven a su estado normal al terminar el episodio.
Todas estas falsas creencias, tan difundidas y asimiladas de forma errónea por una gran mayoría de la población, estigmatizan de manera negativa y discriminan a los epilépticos.
Hoy no podemos permitir que esto siga ocurriendo y entre todos tenemos que luchar para conseguirlo. “Ayúdanos a integrarlos poco a poco” y que la epilepsia deje de ser esa gran incomprendida, como dice nuestra campaña.